Qué buenos recuerdos tengo de aquellos días de junio en los que nos llevabas a recoger las notas.
Había un poco de todo, como en capilla. Quienes aprobábamos todo y quienes suspendían aun habiéndose esforzado o quien lo hacía por no esforzarse lo suficiente. Salíamos del colegio generalmente en silencio, sin celebrar mucho ni lamentar demasiado…silencio.
Y de repente se producía la magia. La que sólo tú sabes hacer…Al final siempre volvíamos a casa con un grato recuerdo, una buena comilona, nuestros libros de Vacaciones Santillana y algún juego para la piscina…
¿¿¿Cuántas reuniones con profesores, cuántos viajes a Fabián a por cosas para el colegio, cuántas actividades extraescolares, cuántos tupperes de comida calentita nos habrás preparado???
Hoy miro las notas de mis hijas y de nuevo me siento identificada contigo. Creo que nunca te he dado las gracias lo suficiente por ese esfuerzo madre, un gran esfuerzo físico pero sobre todo mental. Siempre pendiente de compartir con cada uno el mensaje que necesitábamos oír, celebrando nuestros éxitos y apoyándonos en nuestras caídas. Gracias por meterme en un avión la primera vez con 12 años para empujarme a aprender inglés, gracias por ser mi paño de lágrimas cuando venía a casa con mis -3 en trigonometría y animarme a no tirar la toalla hasta terminar sacando un 8 en el examen de final de curso; gracias por no ponerme trabas cuando te propuse irme a Japón con la beca del ICEX ni cuando finalmente me fui a Francia sola para terminar de aprender francés…¡Tengo tanto que agradecerte! Gracias por enseñarme a volar mientras en el colegio me enseñaban otras cosas.
Ahora me toca a mi enseñarlas a volar a ellas. De momento con las notas vamos bien…¡enhorabuena bichos míos! A disfrutar del verano pero sin bajar la guardia (como me decía la abuela…).