Este año me llegan los 50. Los memes “guays” dicen que son los nuevos 40, pero yo, que aún tengo seis meses por delante, sólo puedo decir que está siendo el año del colapso.
Mi cuerpo está cambiando. Hace muchos años cambió cuando pasé de niña a mujer, pero ahora no me queda muy claro hacia dónde va. A veces aparece un michelín nuevo o surge una barriga sorpresa a la que ahora todos quieren llamar “inflamación”. Otras veces, sin previo aviso, me sale un grano de acné adulto —que es exactamente igual que el que sale a los 15, sólo que ahora el combo viene con arrugas.
Y eso sí, uno o dos días al mes —los más felices y esperados— me miro al espejo y no me veo tan mal. Y en estas estoy, lidiando cada día con un cuerpo que parece estar decidiendo su propio destino.
Mis hormonas no sé si están disparadas o si me están disparando a mí intentando convencerme de que me estoy volviendo un poco loquis (o bastante, según el día) : pierdo cosas, olvido recoger a mis bichos del cole, voy al súper a por algo y salgo sin ese algo… no una, sino dos y tres veces a la semana. Ya he optado por perder la vergüenza y pedir a las cajeras que me guarden el primer carro ya pagado mientras paso a llenar el segundo con la lista de olvidos.
Y así, entre olvidos y carros duplicados, empiezo a pensar… Antes, cuando llegabas a los 50, pasara lo que pasara, el diagnóstico era claro: «ajo y agua» —a joderse y aguantarse—. Y así seguías hasta los 60, 70, 80 y más.
Ahora no, amiga. Vivimos tiempos en los que, gracias a la medicina natural o química, hay remedio para todo: sofocos, neblina mental, hambre emocional, cambios de humor, olvidos, acné adulto, ansiedad, sudores nocturnos, inflamación… Si antes el problema era que no había nada que tomar, ahora el problema es no saber qué elegir para no acabar intoxicando a tu pobre hígado, que bastante tiene con lo suyo.
Llegada a esta edad, antes te bastaba con andar una hora al día. Ahora necesitas entrenar fuerza sí o sí, sin olvidar el cardio para la resistencia, ni el yoga o pilates para trabajar flexibilidad y… los famosos países bajos, esos territorios que ahora parecen querer pedir la independencia…Poco se habla de cómo esos territorios del sur llegan a los nuevos 40. Y no seré yo la que abra ese melón, pero diré que si antes te ofrecían una «Tena Lady», ahora toca ser «Lady Tenaz»: currarte los hipopresivos, aprender a respirar y luchar para que todo lo que ha ido bajando no siga cayendo en caída libre.
Este mes empiezo un nuevo reto en Asunmirafit, mi centro de confianza —y digo centro, no gimnasio—, porque ahí encuentro todo lo que necesito para el cultivo de cuerpo y mente: entrenos, coachs cañeros, actividades wellness, nutricionista, psicóloga, fisio de suelo pélvico…
Hoy tuvimos la reunión de presentación del programa que me acompañará las próximas seis semanas: entreno a tope de fuerza, reencuentro con la carrera (o mejor dicho, con mi trote cochinero), vuelta a la senda de la alimentación consciente —para domar a la bestia interior de los «porque yo lo valgo» que me que comido y bebido en las últimas semanas — y, sobre todo, un pasito más en la reconciliación con mi flexibilidad: la de mis músculos y la de mi mente. Porque tan importante es la una como la otra.
Cuando hemos terminado la reunión de presentación del nuevo reto al que me enfrento, lo primero que he escrito en el grupo que tenemos en Whatsapp era que “no sabía si salir a correr…o salir corriendo”.
Pero si algo he aprendido en este medio siglo que voy camino de estrenar es que la fuerza no sólo está en los músculos, sino en las ganas de superarse y no rendirse, sin importar la edad que tengas ni los años que vayas a cumplir. Así que vamos a por ello.
