Cenas de chicas y algo más

una imagen vale mas

Hoy, buceando por mi muro de Twitter, me he encontrado con un artículo del periodista gastronómico Mikel López Iturriaga que hablaba de cualquier cosa menos de gastronomía.

Como hacemos todos a menudo en algún momento del día, se ha dispuesto a intentar hablar de algo de lo que no tiene conocimiento apenas, en este caso, “las cenas de chicas”. Comparto el enlace contigo por si te interesa y así le damos visitas a la página, que imagino será lo que más le satisfaga al autor: ‘Cena que no has de comer’, el espanta hombres de El Comidista.

Tras leerlo y como mujer solidaria que me considero, no he querido que Mikel se quedara con la incógnita de lo que son esas cenas…

La verdad, Mikel, es que el tema tiene contenido para hablar más allá de la discriminación que sufres por no asistir a dichos eventos. Te lo voy a intentar explicar – póngase por delante, eso sí que yo soy chica/mujer/cuarentona, pero no periodista, por lo que ruego disculpes mis carencias lingüísticas a la hora de expresarme y escribir.

A ver, escribir sobre las cenas de chicas en una revista femenina como Harper’s Bazaar no debe producirte retortijones ni resultarte tan peligroso como comentas. Simplemente con saber un poco del tema es suficiente. Pero tranquilo, tampoco creo que por el vacío contenido de lo que escribes nadie te vaya a tachar de machista.

Verás, esas chicas que nos juntamos de vez en cuando para cenar, no buscamos más que un hueco en nuestras apretadas o relajadas agendas para poder desahogarnos con las demás, echarnos unas risas, ¡qué digo unas risas!…para descojonarnos un rato de todo lo que nos rodea y por su puesto para disfrutar de la buena mesa.

No hay tema, por grave y duro que sea, que una mesa rodeada de chicas no sea capaz de desmitificar para tratarlo en clave de humor, y eso querido Mikel no tiene precio. Hablamos de todo: de lo bueno y de lo malo. Hablamos de nuestros maridos, para descubrir que – mitos aparte como mi marido – al final son todos iguales y que, como dice el sabio refranero español, más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Hablamos de nuestros hijos, sus progresos cuando son más pequeños y sus incursiones temerosas en el mundo de la adolescencia cuando van creciendo. Hablamos de las demás chicas que no están en esa cena, porque sí, Mikel, alguna crítica que otra a las demás, siempre cae. Hablamos de sexo, de quién lo hace, quién no, del qué y del cómo, porque como en mi época escolar, más que de sexualidad, nos hablaban de religión y de lo importante que era llegar virgen al matrimonio, pues no hay nada como una cena de chicas para enriquecer tus conocimientos o para darte cuenta de que sabes lo suficiente sobre el tema. Hablamos del trabajo, nuestros jefes, compañeros, motivaciones y desmotivaciones, cremas, gimnasios y trucos de belleza…

Unas veces eres tú la que peor está y otras son las demás, pero siempre sabes que de una cena de chicas saldrás con las pilas lo suficientemente cargadas como para aguantar a tus hijos, tu marido, tu suegra y todas tus historias hasta la próxima.

Despejadas tus dudas sobre los temas de conversación, vamos con el tema de la comida. Sí, durante la semana muchas vivimos entre el Bicentury, las ensaladas y la carne y el pescado a la plancha; todo ello siempre regado con agua. Pero en las cenas de chicas, ¡nos soltamos la melena, chico! Esa noche estamos dispuestas y entregadas al HOMENAJE, así en mayúsculas. Nos lo comemos y nos lo bebemos todo, sano o insano, da igual que llenemos el cuerpo de hidratos por una noche: pan, pasta, pizza, mejicano, japonés, peruano…La verdad es que solemos variar y así aprovechar la ocasión para enriquecer nuestra cultura gastronómica, algo que tu, como buen periodista en la materia seguro que valoras.

Ya sólo me queda explicarte por qué no invitamos a los chicos. Básicamente te diré que alguien que no es capaz de entender nuestro idioma, sea chico o chica, es inútil que venga, porque sólo conseguiría aguarnos la fiesta y nuestras cenas son sagradas.

Para esas ocasiones en las que buscas la mezcolanza ya tenemos las demás cenas, a las que también vamos y de las que también sabemos disfrutar y enriquecernos.

Espero que ahora tengas una idea más clara de lo enriquecedora que puede llegar a ser una cena de chicas.

Una cosa más, que no estés disfrutando de las cenas homólogas que organizan los chicos como yo con las de chicas, me preocupa un poco. ¿O quizás exagerabas un poco con tu artículo?

Y como no podía ser de otra manera, me despido con una de las frases de una de las reinas de las cenas de chicas: “Puede que no se deba poner etiquetas a nadie, solo a la moda” Carrie Bradshow

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