Meditar es bien

meditar es bien.JPG

Unas 6 o 7 lavadoras después, lentejas, brócoli, pisto, galletas, más galletas, crema de calabaza, espaguetis negros con gulas, aspiradora, más aspiradora, baños, estropajo, lejía y amoniaco…Ha llegado el domingo por la tarde y me siento delante del ordenador. Tengo ganas de invierno, pero creo que estaremos a unos 24 grados al sol.

Un café a un lado del ordenador y el ratón al otro. Estamos a punto de arrancar marzo al mismo ritmo frenético con que hemos pasado por enero y febrero. Huele a aceite de limón y lavanda, todo está en calma a mi alrededor, pero mi cabeza es incapaz de parar: terminar la presentación de mañana, prepararme la ropa para la cena de mañana por si no puedo pasar por casa, echar la lámpara de letras en el coche, trabajar en la convención del 7, trabajar en el plan de mkt, el plan de “engagement”, el plan de igualdad, el plan del plan, …

Ahora que se lleva lo de vivir en calma y «focused«, parece que lo estoy haciendo genial. ¡Ojo! que lo digo en serio. Entre tanto ritmo, parece que no, pero es posible sacar tiempo para respirar, practicar la consciencia y centrarse en seguir pasito a pasito.

Lo que hay que hacer es encontrar ese momento o actividad que te ayuda a practicar tu propia técnica de meditación. Puedes hacer prácticas de meditación guiada, o centrarte en tu respiración. Si eres un crack, podrás hasta dejar tu mente en blanco sin pensar en nada. Pero si lo que eres es un culo inquieto, quizás tu manera particular de meditar sea la de estar haciendo una actividad concreta sin pensar en nada más.

Yo no he conseguido meditar más de dos días seguidos: podcast, aplicaciones, música, sentada, tumbada…he intentado de todo unas cuantas veces, pero no puedo. Lo que sí puedo es meterme yo sola en la cocina, con buena música de fondo y disfrutar de lo que no puedo hacer entre semana: cocinar con calma y sin la ansiedad de que tengo que hacerlo en un tiempo limitado. También puedo tender la ropa mientras el sol me calienta por la espalda y disfruto del día primaveral en lo que se supone que debería ser pleno invierno. Puedo estar aspirando colchones, quicios de puertas, sofás y rincones sin pensar en nada más. Puedo pasar el rato mirando mis plantas, regándolas y buscándoles nuevas ubicaciones para que disfruten de la luz del día. También puedo estar mirando a mis bichos, sólo observando sus caras y muecas mientras comen, pintan, escriben o se hacen una tostada sin pensar en nada más, sólo absorbiendo cómo crecen.

Hay quien me mira desde fuera y me dice que si no puedo parar un rato, que qué necesidad de liarme tengo. Pero no se dan cuenta de que, en realidad, estoy parada. Estoy cocinando y solo pienso en mis recetas; estoy tendiendo y sólo pienso en cómo tender para tener que planchar lo menos posible y lo que me gusta el olor a ropa limpia; estoy aspirando y disfruto aniquilando toda pelusa que veo por mi camino; miro mis plantas y sólo pienso en qué puedo hacer por ellas.

Sí señor, no tenía ni idea, pero sé meditar. Y ya sé por qué los fines de semana me llenan de energía; resulta que gran parte del tiempo lo estoy dedicando a meditar.

Corazones, labios rojos y unicornios

corazones, labios rojos y unicornios

La mayoría de la gente dice no ser de los que celebra San Valentín. Yo soy de las que lo celebra todo.

Celebro tener un buen día, conseguir saltar el cajón en el box sin sufrir un ataque de ansiedad, poder ir al baño sin interrupciones de “mamiiiiii, ¿dónde estás?”, encontrarme una moneda de un euro, disfrutar de buena salud, una salida …¡Todo!

Hace meses que no escribo y justo mientras aprovechaba la tarde del domingo para adelantar algo de trabajo, ¡zas! Me han entrado ganas de pasarme por aquí…Y eso también lo celebro.

Pero claro, entramos en la semana del amor, del rojo, de los corazones, labios rojos y unicornios… ¿cómo no escribir sobre ello? Vale sí, todo eso es una cursilada, pero ¿acaso es malo ser cursi? Pues la verdad es que me da igual, llámame cursi, pero yo lo celebro. No hace falta irse a una cena de gala con actuación de grupo musical y chocolatada, que oye, si es lo que te gusta hacer, a mi me parece perfecto. Pero ¿a quién no le gusta que le digan de vez en cuando eso que mi padre le dice a mi madre de “hoy te quiero más que ayer y menos que mañana”?…Eso sí que es una celebración…¡ay el amor!

Después de unos meses anímicamente más bajos de lo normal – que no cunda el pánico que he podido disimularlo estupendamente mientras me lo gestionaba – y ahora que febrero ya está en su ecuador, por fin puedo decir que he podido arrancar el año con la energía que tanto echaba de menos. He aquí un motivo más para celebrar.

La vuelta a la vida sanamente disfrutada, wods del gym superados con energía y músculos que vuelven a florecer, cambios en el trabajo, bichos creciendo super sanas y haciéndome disfrutar la vida como nadie…Sí señor, si el estado de mi Whatsapp hablase por sí sólo, diría que hoy me siento satisfecha. Y eso también hay que celebrarlo.

Veo gente que camina por la vida con la cabeza agachada, sin ver más allá de lo que marca el ritmo de sus pies y sin tener la sensación de que celebren mucho. Pero cuando vas por la vida levantando la cabeza y observando conscientemente lo que te rodea, lo que tienes y las posibilidades que hay a tu alcance, es cuando el ritmo de tus pies suena a rock, chocolate, queso y vino – cada vez que leo estas palabras juntas me vienen a la memoria mis temidas migrañas, y también celebro que ya no son ni la mitad de lo que eran.

Así pues, aprovecho para daros la bienvenida a la semana del amor. Pero no olvidemos que es una semana más. Y si la semana pasada celebrabas cosas, hazlo esta también y si no lo hacías, empieza a hacerlo, porque cuando celebras los días uno a uno, vives mejor.

Y a ti, que no te gusta este día y que eres de esas personas que piensa que es una invención de El Corte Inglés, estoy segura de que lo que sí te gustará es sentirte querida. Así que para ti también, feliz San Valentín.

A QUIEN CORRESPONDA

a quien corresponda

“He intentado entenderte, pero ni poniendo todo mi esfuerzo en ello lo consigo. Podría intentar rebatirte, intentar convencerte de mis argumentos o de que veas las cosas de otro color, pero la verdad es que ya prefiero focalizar mi energía en mejorar mis dominadas y conseguir hacer el pino de una puñetera vez. Teniendo en cuenta que estas, no son mis principales prioridades en la vida, adivina tú en qué lugar se quedan mis ganas por esforzarme en entenderte”.

Está claro que, como decía Dua Lipa en esa canción que escuchaba yo en bucle hace un par de primaveras (Be the One), mientras yo veo las cosas en azul tú las ves en rojo ¡Y así tiene que ser!

A veces nos empeñamos en querer cambiar las actitudes o la forma de ser de alguien, cuando sólo uno mismo es quien puede impulsar su cambio. Hay personas que se esfuerzan por mejorar y corregir sus defectos, pero también las hay que se quieren tanto tal y como son, que no sólo no sienten la necesidad de cambiar, sino que con el paso del tiempo incluso se endiosan más dentro de sí mismos.

A mí me vais a perdonar, pero yo con quien no tiene la humildad de reconocer sus errores y defectos (y mira que yo soy orgullosa, pero creo que a la par que honesta) y que incluso miran a la cara pensando que una es gilipollas, pffff….¡pasopalabra! Cada vez me dan más pereza.

A esos, cuanto más lejos, mejor. Ya me enteraré a través del Karma, contactos o redes sociales de hasta dónde han sido capaces de llegar.

La verdad es que por mi deformación profesional o por lo que sea, suelo poner bastante empeño en empatizar con la gente e intentar llegar a entenderme con todo el mundo, pero a veces hay que dar por perdida la batalla, porque sabiendo que cualquier relación es de dos, está claro que si uno no quiere….

Por suerte, esta lección la tengo interiorizada desde hace mucho tiempo.

La gente cambia, ya lo creo que cambia, pero sólo si quiere.

«Pico-pala-Pico-pala y a seguir»

pico pala

Tenía todas las excusas y veía señales en cualquier detalle para bajarme del tren y no hacer la carrera de hoy: llevaba más de un año sin hacer 10k, el sábado pasado me había torcido el tobillo derecho y el viernes se me cayó la barra de 15k sobre el pie izquierdo, justo hoy me ha bajado la regla, ayer se me encendió un piloto del coche que no sé qué querrá aparte de hacer otra visita al taller…Pero había que ir, porque abandonar un objetivo es muy fácil, pero te hace débil y comprometerse con él y alcanzarlo te hace fuerte.

Una vez allí, a partir del km 3 y hasta el 5 empecé a plantearme abandonar en los 5.000m, mientras mi diablo interior intentaba convencer a mi Pepito Grillo de que esa tampoco era mala opción…Por suerte, mi Pepito Grillo es fuerte, y una vez más ha ganado la lucha interior.

Así que, pasados los 5.000m, me agarré a los dos bastones que tenía corriendo a mi lado y la música que me acompañaba para seguir “pico-pala-pico-pala” hasta el final. Incluso a partir del séptimo ya me hacía hasta ilusión ser la última en cruzar la meta.

Supongo que uno debe competir para ganar, pero la lucha no siempre es contra alguien. Muchas veces, la mayoría de ellas, es contra nosotros mismos. Contra nuestra pereza, contra nuestra comodidad, nuestra falta de fuerza de voluntad. Y hoy esa era mi competición. Llevaba más de un año sin correr más de 6km y hoy el reto era abandonar la zona de confort y volver a los 10k.

Por los caretos de la foto que Jesusillo me hizo en el km 9 y que por dignidad no voy a publicar aquí, te podría decir que he sufrido bastante, pero ya ni me acuerdo. Ahora sólo tengo el recuerdo de lo bien que me lo he pasado con mi “Dream Team”.

Es importante marcarse objetivos, pero también es importante que sean razonables y sobre todo rodearte de quien te empodera para conseguirlos. Y ese ha sido mi éxito de hoy, contar con Carmen, Patri y Jesús empujando!

Ellos ya saben cuál es mi próximo objetivo…Y también sé que algún día lo conseguiré! Porque hacer el pino (sí, sí, has leído bien, esa es la mierdecilla de objetivo que me lleva por la calle de la amargura) es un objetivo muy razonable, y en los 5 minutillos que practico cada día en casa o antes de que empiece la clase de crossfit tengo a mi Dream Team empujándome para conseguirlo!

Ya sólo es cuestión de “pico-pala-pico-pala”, fuerza de voluntad y no parar hasta conseguirlo. ¡Como todo lo que te propongas conseguir tú! Y recuerda que lo importante no es ganar la carrera, sino hacer todo lo posible por cruzar la meta.

¡Nos vemos en la próxima!

¡Que la música te acompañe!

Hoy he tenido un día bastante merder, la verdad. Afortunadamente nada del otro mundo, pero hay que ver cómo a lo largo de la jornada se le pueden ir tocando los farolillos a una para acabar hasta el moño, pensando en gritar eso de “si me queréis, ¡irse!”

Hay días y días claro está, pero hoy he tenido la suerte de que ha sido uno de esos en los que según venía la torta por la derecha conseguía esquivarla hasta que llegaba el intento de dármela por la izquierda. No, aún no he probado el boxeo, aunque puede que lo haga más pronto que tarde, pero es en los días como el de hoy en los que te das cuenta de que, si de verdad quieres, tú tienes el power de darle la vuelta a la tortilla todas las veces que quieras.

Por lo general, nos cuesta mucho relativizar. Unas veces porque simplemente no queremos y otras muchas porque entramos en bucle y como las lavadoras, nos pasamos el día con el tole tole en la cabeza, con el programa de centrifugado dándole bien de vueltas a todo.

Otras veces preferimos vivir en caliente y nos pasamos el día devolviendo pelotazos intentando defender un partido que, aunque sólo sea por el desgaste emocional que conlleva, sabemos que vamos a perder.

A mí me pasa que unas veces no relativizo y otras me caliento y me paso el día disparando perdigones con la escopeta de feria. Pero por suerte, otros consigo agarrarme a algo que me mantiene onfire, esquivando con una sonrisa malas caras, golpes bajos y algún que otro comentario desavenido…Como hoy!

Hoy me he agarrado a la música de La Bien Querida, que con su voz y sus ritmos ha conseguido que me mantenga relajada y ayudándome a relativizar. Porque efectivamente, y aunque suene muy tópico, una ve las cosas del color que las quiera ver. Y si no hubiera sido por esa música de fondo que me ha acompañado durante los ratos que he pasado sentada en mi escritorio, hoy tengo claro que habría ido andando por ahí con una cara de perra que “ni pa qué”. Y ya, sentarme a escribir un ratillo antes de cerrar el ojo, ha terminado de dejarme como nueva para meterme en el sobre y levantarme mañana a tope de power otra vez.

Así que ya sabes, la próxima vez que el día empiece a torcerse dale al Play y encuentra esa cancioncilla que te ayudará a esquivar el mal fu…aquí te dejo la mía de hoy!

¡Que la música te acompañe!

la bien querida

¡Qué bien vives!

blog-e1520965374396.jpg

 

Esta es la frase que a menudo escucho cuando salgo del gimnasio, o cuando digo que tengo una cena o unas cañas con amigos después del trabajo; cuando voy a una jornada interesante, unas veces como oyente y otras como ponente…

Pues sí, es cierto, intento vivir lo mejor que puedo. Y no siento ningún remordimiento por hacerlo. Bueno, hubo una época en la que sí. Por aquel entonces, hace ya unos cuantos años, pensaba que todo el tiempo libre que tuviese en mi día se lo tenía que dedicar a mis bichos y me sentía mal haciendo cualquier plan después del trabajo. Pero aquello era insostenible…del trabajo a casa y de casa al trabajo…como del coro al caño y del coño al coro. Sí, sí, has leído bien. Estaba hasta el mismísimo «…» (decirlo dos veces seguidas me cuesta más) de no hacer nada más que trabajar, criar, comprar con bichos a cuestas y aceptar andar la hora los fines de semana como deporte…

Pero todo cambió el día que decidí eliminar el remordimiento de mi vocabulario y, sobre todo, de mi mente. Es cierto que tuve que escucharlo de boca de una psicóloga para convencerme de ello, pero qué buen consejo me diste Elena…¿Cómo va a estar bien la gente de la que quiero cuidar si yo no lo estoy conmigo misma?

Y así es. Nosotras solas nos metemos en el papel de mariperfectas con nuestras parejas, nuestra familia, los amigos, los hijos y mil facetas más. ¿Pero qué hay de ti? ¿Cuándo fue la última vez que saliste de cañas? ¿O cuántos años llevas diciendo que de este no pasa que llegues divina a la operación bikini, para después terminar un año más escondida bajo una túnica o un pareo monísimo disimulando michelín?

Ya ha pasado el #DíaInternacionalDeLaMujer, pero hay que seguir hablando de ello, porque querida, el día de la mujer es todos los días, desde que te levantas hasta que te acuestas. Contamos con un montón de horas para realizarnos, formarnos, cuidarnos y disfrutar…Es cierto que muchos días, para llegar a todo, hay que arañarle algunas horas al reloj y tirar de fuerza de voluntad para luchar contra la pereza y la dejadez, pero ya sabes, “quien quiera peces que se moje el culo”.

Sí, hay que seguir luchando para que no exista precariedad, ni brecha salarial y que además en casa haya más corresponsabilidad, tanto para mujeres como para hombres. También es una realidad que año a año seguimos avanzando. Y también es cierto que, mientras lo que queda por llegar va llegando, yo no me voy a resistir a seguir viviendo todo lo bien que pueda. Porque ya he comprobado que uno puede llegar a hacer todo lo que quiera: trabajar, salir, deporte, ocio…Todo es compatible, tengas o no tengas pareja y tengas o no tengas hijos.

Sólo hace falta quererlo. Yo no me pongo un techo, y cuando me lo ponen, lo rompo…o me cambio de casa, según me interese. Y eso no me cansaré de repetírselo a Mis Bichos.

Mamá, ¿por qué Cataluña se quiere independizar?

ESPAÑA-CATALUÑA-Alaska

La pregunta era inevitable…Después de vernos durante la semana pedir silencio durante las noticias, ver cómo se arrancan banderas españolas desde los balcones de los ayuntamientos catalanes y escuchar una y otra vez por la radio, televisión y conversaciones que en Cataluña se estaba realizando un referéndum ilegal, la pregunta tenía que llegar.

¿Cómo le explico yo esto a mi bicho de 9 años mientras su hermana de 5 nos escucha?

No cariño, Cataluña no se quiere independizar, y por eso se está armando tanto jaleo como estás viendo. El problema es que hay un grupo de catalanes que dicen que no se sienten españoles, y que efectivamente se quieren independizar. Pero eso no significa que Cataluña quiera la independencia, sólo la quieren unos cuantos. Y por eso, el resto de españoles les está obligando a cumplir la ley, porque se están saltando todas las normas para hacer lo que les da la gana.

“Pues que se vayan esos, ¿no mami?” Eso digo yo hija, pero no es tan sencillo cariño.

Verás: cuando quise independizarme e irme de casa de los abuelos, tenía claro que debía contar con un trabajo que me diera los suficientes ingresos para poder mantenerme por mi misma, sin tener que pedirle dinero a ellos para que me ayudaran a vivir. Busqué una casa en la que poder dormir, lavarme la ropa, hacer lo que me diera la gana y formar lo que Ikea un día bautizó como la república independiente de mi casa.

El problema es que Puigdemont, que es quien representa todo el daño que se le está haciendo ahora a Cataluña y España, quiere independizarse. Pero él no tiene una casa para hacerlo, porque el territorio en el que está, que vendría a ser la casa, es de España y no suyo. Tampoco tiene suficientes ingresos para mantenerse sin pedirle dinero a papá y mamá, que en este caso es el gobierno español. Y además no sólo quiere independizarse él con su grupo de amigos, sino que también quiere obligar a todos los catalanes que quieren seguir viviendo y sintiéndose parte de España a irse con él.

Este señor se está saltando todas las normas y las leyes haciendo lo que le da la gana, y en algún momento tendrá que parar. Es como cuando tú desobedeces o no cumples las normas de casa, cariño. “Entonces mamá, habrá que castigarle, ¿no?”

Eso mismo pienso yo cariño.

Y ahora a dormir. Mañana quedará un día menos para que a este señor le llegue su merecido.

El mejor día de mi vida

martus

Empecé con las contracciones el viernes por la noche. Tras pasar la noche en vela, durante todo el sábado estuve regular. Por la tarde terminé yendo al hospital, y tras comprobar que aquello aún estaba muy verde, me mandaron para casa. Ya de paso, como la cosa se calmó un poco, nos fuimos a cenar a casa de Javi y Ana. Eso sí, después, la del sábado fue otra noche toledana…El domingo, cuando el Tito y Laura pasaron a despedirse porque ya volvían a Madrid tras pasar unos días en la playa, después de pasar todo el día retorciéndome por el dolor entre el sofá, la cama y la silla, por la tarde ya no podía más y volvimos al hospital.

Resultó que sí, que aún podía aguantar mucho más dolor porque hasta bien entrada la madrugada no me pusieron la epidural, aquella bendita anestesia que me dejó tomar consciencia de que el mejor momento de mi vida estaba a punto de llegar. Llevaba meses esperándote, pero en realidad no fue hasta el momento en que aquella enfermera me dijo “pon la ropita que le vayas a poner a tu hija a los pies de la cama, que nos vamos para abajo (al paritorio)” cuando me quedé helada porque en tan sólo unos minutos más TU ibas a revolucionar mi vida…Hasta entonces, éramos “mi ombligo” y yo…Pero desde ese domingo, a las 5:45 de la mañana, momento en que llegaste a revolucionar mi vida, todo ha girado en torno a ti y unos años más tarde en torno a tu hermana también).

Hoy cumples 9 años, y no puedo dejar de observarte cuando lees, cuando ves la tele, cuando hablas con tus amigas, cuando juegas, cuando estás enfadada…Sufro con tus problemas y por el contrario, mis días más felices son aquellos en los que más te veo disfrutar. Desde que tienes uso de razón, casi a diario, tú estás ahí para recordarme lo guapa que soy y cuánto me quieres. Perdonas todos mis errores con un simple “no pasa nada mami”; alegras mis días más tristes, y siento un enorme orgullo y placer cuando juntas intentamos dar respuestas a las preguntas que te plantea esta vida a tus 9 años.

Hace poco, después de estar durante dos horas hablando de nuestras cosas, me dabas las gracias por escucharte. Y te lo dije ese día, te lo digo hoy y te lo diré las veces que haga falta: gracias a ti, siempre, por querer compartirlo conmigo.

Hoy sólo tienes 9 años, y aunque tenga grabaciones de audio en las que dices que estarás siempre conmigo y que nunca dirás que soy una madre pesada, sé que ese día llegará. Pero también sé que será igual de apasionante, agotador a veces, pero apasionante, porque no hay nada que me haga más feliz en este mundo que verte crecer junto a tu hermana.

¡Feliz cumpleaños bicho!

(P.D. Hoy me hacía ilusión despertarte con esta carta , que además he querido publicar en el blog porque al saber que te ha emocionado, quiero que se quede en algún sitio guardada para el recuerdo, y aquí sé que no se perderá. Además, también te dejo de recuerdo la canción que más me emocionaba escuchar cuando estabas dentro de mi: Respiras y yo (Kesia) https://www.youtube.com/watch?v=msEJsF91VKE)

«FIVE MINUTES» (CINCO MINUTOS)

cincominutos

Me levanto y las pastillas que me voy a tomar se me caen al suelo. Agacharme recién levantada persiguiendo pastillitas que no paran de rodar por el salón no me hace ninguna gracia. Acto seguido me ducho y me preparo mi desayuno, te diría que tranquilamente, pero no, hoy no sé muy bien por qué – debo haber estado corriendo detrás de las pastillas más tiempo del que pensaba – pero ya voy con unos minutos de retraso. Así que asumo que hoy no puedo desayunar sola y tranquilamente mientras escucho la radio como a mi me gusta…Me preparo mi desayuno y a la vez voy aprovechando los tiempos del microondas para preparar las leches de las niñas, mi comida y el snack del colegio.

Silenciosamente empiezan a aparecer cabezas por el salón, así que decido ponerle el desayuno a Mis Bichos y por fin sentarme a desayunar cambiando a @HerreraenCOPE por @40Andaya, que a las niñas les gusta más y mira tú por donde suena #Issues  (en español Asuntos o Problemillas), la última canción con la que he entrado en bucle. Desayunamos, nos vestimos y a la hora de calzarnos…¡¡¡no aparecen las deportivas del Bicho!!! Ocho piernas, ocho brazos y sus respectivos ojos remueven Roma con Santiago en busca de las dichosas zapatillas, pero nada, no aparecen por ningún lado. Sin querer mirar yo los zapatos con los que salía Bicho de casa, terminamos entrando apuradas en el coche para llegar ellas a tiempo al colegio y yo casi hiperventilando al trabajo después de la mañanita que llevo, porque sí, empezar la mañana como la he empezado hoy me pone de muy mal humor (algo más pasó entre los desayunos y las zapatillas, pero mejor no contarlo…)

Afortunadamente me esperan unas cuantas horas en el trabajo para resetear mi mañana y darle la vuelta al día. Pero el caso es que el día de trabajo termina siendo psicológicamente a-go-ta-dor. Y así, cansada, me dirijo a casa escuchando de nuevo a Julia Michaels y sus #Issues, dispuesta a recoger a Mis Bichos y llevármelas a dar una vuelta para que la marcha de la abuela a Argentina, que está siendo algo dolorosa, sea más llevadera.

Tras hacer varias gestiones por el centro comercial y convencer a Bichito para que la hamburguesa que les voy comprar se la tomen en casa y así yo poder echarle algo a mi estómago que, aunque lo lleva bien, pasa por su segunda semana de dieta para llegar a la #OperaciónPareoConEstilo – porque el intento de superar la #OperaciónBikini ya falló- nos volvemos a meter en el coche. Algo más relajada y animada con la idea de por fin llegar a casa, para mi sorpresa, descubro que “alguien” metió la botella de agua mal cerrada en mi bolso, el cual ahora, más que un bolso tiene aspecto de charca contaminada…Tarjetas de visita, de crédito, dinero, gafas, chicles, chupachups y otro montón de cosas – y si no, te invito a leer mi post “No sin mi bolso” para que recuerdes todo lo que soy capaz de llevar encima – navegan por el fondo de mi bolso.

A estas horas del día y ante tal descubrimiento sólo me apetece llorar, desahogarme y sacar la mierda de día que llevo dentro…Pero ups, a la ida se me encendió la reserva de gasolina del coche, así que toca secarse rápido las lágrimas y echar gasolina.

Son casi las nueve cuando por fin, en silencio porque ya las tres tenemos miedo de hablar por no meter la pata ante tanta tensión, llegamos a casa.

Ya con la cara lavada y la ropa de casa puesta – sí, las mujeres solemos tener ropa de calle y ropa de casa – decido que esta noche me voy a la cama sin hacer los “Five Minutes” (Cinco Minutos).

Los “Five Minutes” es NUESTRO MOMENTUM del día. Antes de dormir me gusta tumbarme con los Bichos para contarnos lo mejor que nos ha pasado cada día. Es una manera de enseñarles a ellas y recordarme a mí misma, que por muy malo que haya sido nuestro día, si lo analizamos bien, siempre, siempre tendrá algo de positivo por lo que tengamos que estar agradecidas…

Pero claro, ¿justo hoy que mi día ha sido una mierda voy a dar yo el ejemplo de no hacer los “Five Minutes”? ¡De eso nada! Saco ganas de donde no las hay y me lavo los dientes al son de #Issues mientras mi Bicho aparece por el baño y se acerca a cantar conmigo…Y de repente, empieza a animarse la cosa. Las dos cantando juntas mientras Bichito intenta meterse en medio de la coreografía ya es motivo suficiente para alegrarme y arreglarme el día…

Nos metemos en la cama, y cuando nos preguntamos en voz alta quién de las tres empieza con sus “Five Minutes”, Bichito, que con sus 5 años aún tiene lengua de trapo, decide: “empieza tú Tata, podque mamá hoy ha tenido un día de mieddda la pobde, a que sí mami?”…

…Y en ese momento yo no me puedo reír más, y no puedo quererlas más, y no puedo estar más agradecida por haber creado la rutina de compartir con mis hijas nuestros “Five Minutes” diarios. Y no puedo estar más de acuerdo con Julia Michaels y su #Issues, porque deberíamos juzgarnos menos los unos a los otros y porque todos tenemos nuestros asuntos y problemillas, pero al final del día, si queremos, siempre encontraremos algo por lo que estar agradecidos y sonreir.

issues

Más vale prevenir…que ciento volando

reconocimiento medico

Un año más acabamos de terminar con nuestros reconocimientos, y aunque yo puedo decir que mi analítica está casi perfecta, la doctora sí que me ha hablado de la cantidad de gente que pasa por su consulta, especialmente mujeres, que están con las defensas por los suelos…La foto que en concreto me describió la doctora era la de la mujer que corriendo sale del trabajo para llegar a casa, come algo rápido (normalmente lo primero que pilla) y sale corriendo a buscar a los niños para dedicarse a ellos y a la casa en cuerpo y alma hasta el día siguiente.

Me vais a perdonar, pero sea hombre o mujer quien sale en esa foto que acabo de describirte, por favor que pare un momento y se haga un par de preguntas: ¿Cuánto tiempo dedicas a cuidar de ti al día? ¿Qué haces durante la semana pensando sólo en ti?…No lo digo yo, sino montones de psicólogos y estudios: cuidar de uno mismo es fundamental para poder cuidar de los demás. Pero nada, parece que por mucho que nos lo digan, año tras año, seguimos renunciando a mirar por nosotros mientras procuramos sacar energía de debajo de las piedras para cuidar de los demás.

Así que, dicho esto, ¿por qué no convertimos en uno de nuestros propósitos el de cuidarnos a nosotros mismos? Seguro que si lo ponemos en práctica pronto surtirá efecto y, aunque no sea la medicina que nos tenemos que tomar para garantizar una analítica de foto, probablemente el resultado se verá reflejado de alguna manera en ella.

Encuentra tu fórmula, porque todos tenemos una. Y mientras encuentras la tuya, te paso la mía por si te puede inspirar algo: come sano; haz deporte (sí o sí); intenta dormir un mínimo de 7 horas; ríete mucho y potencia tu sentido de humor; encuentra con quién desahogarte, porque cargar tu mochila con todas tus penas sólo te traerá dolores; y por último, que no menos importante, procura dedicar algo de tu tiempo a disfrutar, a darte tus caprichos. Y todos los días, cuando vayas a acostarte hazte una pregunta ¿Qué he hecho hoy para sentirme bien conmigo mismo?

No se trata de que uno se vuelva loco haciendo ahora todas las cosas que ha dejado de hacer de un tiempo a atrás, sino de pensar en qué nos hace sentir bien a cada momento y hacerlo. Quizás al principio sientas remordimiento por estar haciendo algo sólo pensando en ti, pero cuando compruebes por ti mismo lo bien que te hace sentir y cómo eso influye positivamente en cómo te muestras y comportas con los demás, te darás cuenta de que ese es el secreto para cuidar bien de los demás. Sólo así transmitirás tu mejor versión en casa, en el trabajo y por donde quiera que vayas.