Mi Covi-vuelta al cole

Venga por delante que no pretendo herir sensibilidades con lo que aquí yo escriba, que con un tema tan delicado y tanta cabeza pensante, opiniones habrá para todos los gustos y de todos los colores. Aun así intentaré sólo hablar de mi libro, que yo mis sentimientos necesito expresarlos y mejor que hablando lo hago escribiendo.

El miércoles mis Bichos vuelven al cole…¡¡¡por fin!!! No puedo decir si ellas lo necesitan o no, pero lo que viene siendo su madre ya os adelanto que lo necesita tanto como respirar. Y llámenme happy-flower, ilusa o positiva, pero espero que lo hagan sin interrupciones ni confinamientos varios.

Después de intensos meses…qué digo intensos, intensosisisisisimos, necesito volver a encarrilar rutinas, disciplinas y doctrinas.

Durante los pasados meses de crianza he pasado por todo tipo de fases.

Tras unas primeras semanas de “mientras vemos qué pasa, no pasa nada”, dándonos un respiro educativo, pasamos a la fase de “esto va para largo”. Así que en ese momento, hice todo lo posible por tomármelo en serio mientras pasaba unas 12 horas diarias delante de mi ordenador y no tocándome la flor precisamente: respetamos horarios escolares, controlamos horas delante de las tablets después de la clase, las involucramos en las tareas domésticas y preparaba menús varios para garantizar una equilibrada ingesta de nutrientes. Después llegaron las vacaciones de Semana Santa y la cosa volvió  a la fase uno de descontrol temporal. A las dos semanas volvieron a sus conexiones virtuales diarias, pero aquello ya se nos hacía un poco largo. Aun así, a ritmo de “Resistiré”, volvimos a encauzar un poco el tema, aunque mi nivel de atención ya empezaba a decaer: total, si ya en junio no creo que vuelvan; nada, aquí ya está todo el pescado vendido…Las noches de “cena libre” iban creciendo y yo cada vez preguntaba menos sobre el temario visto en las clases…Y llegó el final del curso y con él mi declive total.

Del «Resistiré» del Dúo Dinámico y a pasos agigantados, he llegado al «Ya no puedo más» de Nino Bravo. Atrás quedaron mis menús semanales con verduras, legumbres, carnes, pescados y azúcares controlados; los Bichos directamente vienen y me dicen cada día: mamá, hoy cena libre, ¿verdad? (ellas encantadas, por supuesto). Ya no recuerdo ni el día en que dejé de contabilizar las horas que pasan delante del Ipad hablando con las amigas, ni sé cómo lo harán para dormirse el martes a una hora decente para madrugar el miércoles…He llegado a una fase de supervivencia total: me centro en que tengan comida en la nevera y hacer un poco de madre preguntándoles por la mañana si se han lavado los dientes después de desayunar…Nino, yo sí que Ya no puedo más.

Necesito rutina, orden y volver a tener la conciencia tranquila con eso de intentar ser buena madre.

Así que, a quien corresponda, hagan lo que tengan que hacer para que no vuelva a pasar por todo esto otra vez.

Céntrense en lo que tengan que centrarse, que yo también necesito hacerlo.

De momento, tengo que reconocer que he vuelvo a vivir la experiencia de sentir mariposas revoloteando en el estómago cada vez que recibo un email del colegio con la actualización del protocolo COVID-19 o el material con el que tienen que ir el miércoles al cole…¡Qué sensación tan bonita la de esas mariposas!

«ENTRE EL GYM Y EL ÑAM»: vacaciones, ¡OMG!

Los siete males me entraron el domingo cuando mi amiga Eva me recordó que este jueves, a las dos de la tarde, empiezan las vacaciones de Semana Santa en el colegio ¡Y nada menos que hasta el jueves 9 de abril!

¿Pero esto qué es? ¿En qué momento se decidió transformar la Semana Santa en casi una Quincena Demoníaca? El caso es que ahora que hemos superado las Navidades, la cuesta de enero y hemos encajado los bolillos de manera que nuestros hijos puedan conciliar colegio con actividades extraescolares – porque más que nuestras vidas, conciliamos las suyas– resulta que mi castillo de naipes se me vuelve a caer a cachos otra vez…Oh my God (OMG)!!!

Cuando en enero fui capaz de montarme una especie de rutina, la poca forma que había empezado a coger mi músculo del salero – dicen que tras él se esconde un tal tríceps –se había quedado por el camino entre turrones, viajes y alfajores. Y ahora, que de nuevo empiezo a palpar músculo cuando aprieto mucho el brazo resulta que le dan vacaciones a mis hijas.

Señor Wert, ¿no me podría hacer usted el favor de organizar el cole de las niñas para que se hagan cargo de ellas y no trastocar la poca conciliación que he podido hacer entre mi trabajo y mis labores? Todo sea por no tener que volver a pasar por el vía crucis de agujetas al que me tengo que someter cada vez que estos incidentes interrumpen mis ejercitaciones.

Manda narices, que cuando una empieza a sobreponerse a los michelines del turrón, tenga que empalmar con los de las torrijas…Ahora que tengo comprados mis guantes para la clase de Interval, veremos a ver cuándo me voy a volver a ver capaz de levantar las ruedas de camión que Ismael nos ha metido en el gimnasio. ¿Qué voy a hacer yo sin mis cien sentadillas y cien abdominales de calentamiento? ¿Otra vez tendré que soportar a mi vuelta que me llamen chichipán?image1

Nos pasamos el día, las semanas y los meses comprometiéndonos con nuestros monitores de gimnasio y con tantas vacaciones no hacéis más que obligarnos a darles plantón una y otra vez. Menos mal que somos tan inteligentes, que les pagamos por este sufrimiento, para que no sean ellos los que nos cierren la puerta al paraíso cada vez que decidimos volver a intentar sentirnos estupendos.

En fin, mañana es jueves y las niñas salen del cole dos horas antes de lo habitual. Están locas de contentas porque tienen vacaciones y yo temblando por ver cómo lo haré para poder seguir moviendo mis carnes mientras me doy el gusto de hincharme a torrijas, cerveza y a saber qué más…Total, cuando vuelva al gimnasio, me portaré bien de verdad…Esta vez sí que sí; me lo voy a tomar “súpermegaenserio”, que se me echa el verano encima y tengo que conseguir entrar en ese pantalón que guardo en la bolsa de “la ropa de cuando estaba súper delgada”…Le dijo la sartén al cazo.