¿Hablamos de putas y machotes?

bigDespués del atracón de noticias, manifestaciones y manuscritos celebrando el Día Internacional de la Mujer, me sigo planteando la misma cuestión que me planteaba a mis veintitantos. ¿Por qué si un tío se lía con varias es un machote y si lo hace una tía, es una puta? Póngase por delante que hablo desde mi más profundo respeto a las mujeres que, bien por necesidad, bien por gusto, han decidido dedicarse a esta profesión, tan valiosa, respetable y necesaria como cualquier otra.

Llevamos varios días escuchando y viendo publicaciones en las que se le preguntaba a la gente sobre cuestiones de igualdad y derechos de la mujer. Y digo yo, ¿por qué una mujer no tiene derecho a liarse con quien le dé la gana sin que tenga que llevar colgando el San Benito de putón verbenero? Hasta donde mis neuronas alcanzan – que para alguno llegarán menos lejos que las de cualquier hombre – mientras una no cobre por acostarse con otro no es puta, ¿no?

El tema es, efectivamente, que seguimos viviendo en una sociedad donde sí, se elogia a ambos sexos, pero por cosas diferentes.

¿Pero sabéis qué, «machotes»? Que a mí, como a otras muchas féminas, me da igual. Nunca podré decir que estoy por encima del bien y del mal, pero siempre diré que estoy por encima de cualquier machista que se crea con derecho a etiquetar, humillar u ofender a una mujer.

Lo cierto, es que cada vez esas opiniones nos afectan menos. Lo cierto es, que precisamente gracias a que os creíais superiores, nos hemos espabilado para demostrarnos a nosotras mismas, y no a vosotros, que somos igual de competentes. Lo cierto es, que gracias a mujeres que en su día dijeron ¿y por qué no yo? las demás podemos llegar, con su ejemplo, a donde queramos.

Así que aquí dejo estas palabras, dedicadas a todas ellas que me vienen ahora a la cabeza: Kathrine Switzes, primera mujer en correr una maratón; Valentina Tereshkova, primera mujer que fue al espacio; Sirimavo Bandaranaike, primera mujer en alcanzar el cargo de primer ministro de un país; Clara Campoamor, principal impulsora del sufragio femenino en España; y por supuesto Mi Madre, la Primera Gran Dama de mi vida.

No, no soy feminista, pero hoy sí me siento orgullosa de que las mujeres, con sus benditas y malditas hormonas, sean capaces de llegar a todo lo que se propongan.