Sin etiquetas

IMG_4839La semana pasada me llamaron mentirosa. Y no sólo no me lo dijeron a la cara, sino que además descubrí que lo habían predicado a mis espaldas de lo lindo.

Lo gracioso es que el acusador había tenido malas fuentes y él solito se dio cuenta de que estaba equivocado. No obstante, me voy a reservar mi opinión al respecto porque no quiero empezar a etiquetar.

Sinceramente, el hecho en sí no me afectó, pero sí me hizo pensar, una vez más, en la facilidad que tenemos para juzgar y etiquetar a los demás. Parece que sólo somos capaces de mirarnos en el espejo para explotarnos granos, maquillarnos o quitarnos los «paluegos» de los dientes ¿Pero quién narices nos creemos que somos cuando hablamos de los demás? Ya lo dijo Jesús en el monte de los Olivos – Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

Anoche le estaba dando vueltas a la configuración del blog y babeando por las cientos de visitas que ha tenido en su primera semana de funcionamiento (GRACIAS). Cuando llegué a la sección de categorías, donde tenía que nombrar las secciones en las que luego archivar las diferentes entradas que vaya haciendo, volví a pensar en el tema de las etiquetas.

Nos pasamos el día etiquetando: la hortera, la mentirosa, el cochino, el vago, la chula, el listillo, el repelente, etc. ¿Y nosotros, cómo somos? ¿Cuánto tiempo nos dedicamos a pensar en nuestras etiquetas? ¿Cuánto tiempo dedicamos a borrarlas? Creo que poco, la verdad…Solemos ser más de agarrarnos a eso de “matas un perro y te llaman mata perros”.

Lo cierto es que cada uno tiene su cabecita y su visión de las cosas, y precisamente las percepciones que nos hacemos de los demás son las que nos llevan a etiquetar. Quizá sobre la percepción que tú tengas de mi puedo hacer poco, pero sobre lo que sí puedo actuar es sobre lo que yo veo cuando me miro en el espejo.

Creo que vale la pena pasar más rato delante del espejo, pero para sacar lo mejor de nosotros mismos, nuestras mejores versiones. La próxima vez que te estés mirando en el espejo, buscando granos, músculos inexistentes o ensayando sonrisas, intenta descubrir algún defecto en tu interior que te gustaría cambiar y haz algo al respecto.

Seguro que si nos dedicamos un poco más a eso, entre todos iremos borrando etiquetas, ¡al menos las negativas!

La semana pasada, de lunes a jueves, recaudé tres euros con mis quejas. Esta semana, seguiré haciendo recolecta, pero no por las quejas que haga, sino por las etiquetas que ponga. Me atrevo a decir que no soy una persona muy quejica, pero etiquetar, creo que sí etiqueto bastante más. ¡Veremos! De momento, las categorías de mi blog se quedan en blanco, sin etiquetas.

¡Ah! Y hazte un favor. La próxima vez que vayas a juzgar a alguien, mírate al espejo, y sólo si te crees libre de imperfecciones, defectos y etiquetas para hacerlo, hazlo. Si no es el caso, cosa de la que estoy segura, quizás valga la pena que hables directamente del tema con la persona en cuestión en vez de ir etiquetándola de cara a los demás.