Hoy no pensaba escribir, pero hay cosas que una no puede dejar de contar y compartir.
Desde que cree el blog, que por cierto a ver si lo mejoro porque más básico no podía ser, me han preguntado en varias ocasiones que para qué lo hago…Después de darle varias vueltas a esa pregunta, creo que la respuesta es la misma que puedo dar a casi todo lo que me propongo: en primer lugar te diré que por intuición, porque había algo dentro de mí que me decía que lo tenía que hacer; en segundo lugar, porque es una manera más de ayudarme a estar cerca de ti y de todos los demás; y en tercer lugar, porque me gusta intentar dar siempre la mejor versión de mi misma. Obvio que tengo defectos, pero que sepas que lo intento…
Hoy me he llevado la grata sorpresa de encontrarme, casi por casualidad, con una caja que – sin poder evitar cotillear la etiqueta, por la ansiedad que me estaba produciendo la espera de una entrega especial – contenía las copias de mi libro: Un poto, dos niñas y un blog.
Cualquier proyecto que pongo en marcha lo vivo con entrega, compromiso y fuerza de voluntad. Entrega porque siempre intento dar lo mejor de mí misma, en todo lo que hago; compromiso, porque quien no se compromete, no consigue nada en esta vida; y fuerza de voluntad, porque como bien dice mi sabio padre, “la vida es sacrificio, hija”, y por mucha entrega y compromiso que tengas, si ante la flaqueza no tienes fuerza de voluntad para seguir adelante, nunca terminarás ese proyecto. Cuando te entregas, te comprometes y tienes fuerza de voluntad para llevar a cabo lo que te propongas, de repente un día, casi por casualidad, te encuentras diciendo, con cierto tono gangoso, aquello de “me llena de odgullo y satisfacción”, porque lo has conseguido.
Creo que mi libro pronto estará a la venta en Amazon y quién sabe si en alguna que otra librería, pero eso es lo de menos. Lo más importante es que este libro, casi por casualidad, se junta con el cierre de una etapa en mi vida. Una etapa que ha tenido sus flaquezas y a veces se ha presentado muy cuesta arriba, pero que también me ha ayudado a crecer y a convencerme, entre otras cosas, de lo que he escrito en este libro. Sin duda una etapa por la que, casi por casualidad, tenía que pasar para seguir intentando ser mi mejor versión.
Pero lo cierto es que las cosas casi nunca pasan por casualidad. La mayoría de las cosas pasan porque nosotros las provocamos. Somos los únicos responsables de cómo afrontar esta vida, que a veces se torna complicada. Pero por muchas piedras que uno se encuentre en el camino, tengo claro que solo depende de nosotros el decidir si saltarlas para seguir adelante o verlas como una barrera que nos impida avanzar.
Quienes venís siguiendo el blog ya veis que me gusta darle un tono jocoso a las entradas que publico, pero hoy es tal la emoción que siento por el momento que estoy viviendo, que antes que las risas, me brotan las lágrimas…y por eso hoy no pensaba escribir, pero hay cosas que una no puede dejar de contar y compartir.